Matías Rodríguez es sinónimo de Universidad de Chile en los últimos años. Fue capitán, ganó muchos títulos -incluyendo la Copa Sudamericana 2011- y la mayoría de los hinchas azules lo consideran referente histórico, aunque él no se siente así: "No ídolo, sí muy querido", aclara. Y ahora, a los 36 años, ha decidido finalmente colgar los botines y retirarse del fútbol profesional.
En entrevista exclusiva con En Cancha, Rodríguez explica el por qué de su decisión, lo cerca que estuvo de regresar hace poco al club de sus amores y cómo se prepara para asumir su nuevo desafío en la actividad: ser director deportivo.
Decidiste retirarte tras irte de Defensa y Justicia…
Di un par de vueltas, la estiré, pero la decisión ya está tomada. Quiero estar con mi familia, ya no tenía ganas de jugar por jugar. Sólo lo hubiera hecho si me llamaba la U y sabía que eso era difícil.
Se dijo que en enero estuviste cerca de regresar. ¿Fue así?
Estuve muy cerca, viajé a Chile y estaba en el hotel esperando que me digan para hacer la revisión médica. De repente, me pidieron que espere unos días y yo no podía hacerlo.
"La U es mi casa, donde pude explotar mi potencial al máximo"
¿Qué balance haces de tu carrera?
Creo que es positivo, cumplí varios objetivos, de los que uno se traza cuando arranca de chico. Quizás con el tiempo me daré cuenta de lo que, junto a mi familia, hemos logrado.
¿Qué es la U en tu vida?
Algo tan simple como mi casa. El lugar donde mi familia y yo más cómodos nos sentimos y donde pude explotar mi potencial al máximo.
¿Qué recuerdos tienes de tu paso por la Selección Argentina?
Me vino a ver a Chile (Claudio Gugnali, ayudante de campo del entrenador Alejandro Sabella) a Chile, cuando jugábamos un partido contra Peñarol. Yo venía teniendo un torneo muy bueno. Tuve una charla con él y, encima, durante el partido metí dos goles.
¿Y cómo fue compartir equipo con Lionel Messi?
Para mí, era todo nuevo. Me acuerdo que llegué súper temprano al predio de Ezeiza. Yo los conocía a todos, pero nadie me conocía a mí. Iban llegando y todos se presentaban como si no los conociera. Y ahí caí y pensé: "Es muy loco, estoy con estos cracks".
Varias veces se habló de que estuviste cerca de Boca Juniors. ¿Fue cierto?
En una ocasión, sí. Me llamó el Vasco (Rodolfo) Arruabarrena. Me acuerdo que estábamos en la pileta del edificio con mi esposa (se conocen desde los 15 años). Me dijo que me quería y obviamente le contesté que estaba interesado. No era sólo interés de directivos. Después se complicó porque yo tenía contrato en Gremio y debía interrumpirlo y que la Sampdoria, dueña de mi pase, me ceda a préstamo sin cargo.
La dirección deportiva, su nuevo desafío
¿Qué va a ser de tu vida ahora?
Durante la pandemia, me puse a hacer el curso de entrenador. Y nos da una charla Nicolás Burdisso. Él expuso su proyecto de dirección deportiva y ahí me di cuenta que me gustaba eso. Y desde hace un tiempo me vengo preparando, tengo un equipo de trabajo ya listo con el cual hablamos permanentemente.
¿Te gustaría ejercer ese cargo en la U o pensás que perderías la chapa de ídolo si te va mal?
Claro que me gustaría. Me parece que el puesto de director deportivo es fundamental: que esa persona tenga un objetivo claro, de manera conjunta con la dirigencia. Que esté constantemente pensando en mejoras para el club, buscando soluciones para posibles problemas.
¿Y cuán importante es que haya un director deportivo con el ADN del club?
Es importante. Yo no me siento ídolo, pero sí un tipo muy querido. Conozco el medio, el club, estoy preparado y sigo preparándome. Y, si bien a cualquier trabajo le pongo seriedad, al ser mi club lo voy a defender con uñas y dientes.
¿Cuán importante es el cargo en los mercados de pases?
Es importante desde el punto de vista que se trata de evitar reducir el margen de error. Y el cargo abarca un montón de cosas que van más allá del partido del fin de semana. Por ejemplo, leyendo el libro de Monchi (director deportivo del Sevilla y uno de los mejores del mundo) él habla que es necesario acompañar a los futbolistas. Y eso tan simple me volvió loco: preocuparse de que estén bien, de su familia, estarles encima. Y eso siento que no tuve en mi carrera. Un director deportivo es clave para la comunicación entre todas las áreas de un club, que sepa cuándo debe intervenir y cuándo no. Es alguien que debe tener el olfato de saber cuándo intervenir.