Cuenta José Luis Cabión que el año pasado, cuando Melipilla era aún dirigido por el DT argentino Héctor Adomaitis, se acercó a él para contarle una anécdota increíble. "Le dije al profe que cuando era chico, me regalaron un perrito y de nombre le puse Adomaitis. Y es que él era mi ídolo. Me encantaba verlo jugar en Colo Colo porque corría, daba buenos pases y convertía goles. El profe quedó impactado con la historia, no lo podía creer, pero se rió", señala el volante.
Cabión también se ríe y dice que a estas alturas de su carrera está gozando de la vida que le ha dado el fútbol. A los 37 años, acaba de renovar por un año en Melipilla, club con el cual ascendió a Primera División y avisa que aún tiene metas por cumplir.
"Estamos muy confiados con el equipo que se armó para jugar en Primera. Aunque seguramente nos verán como un equipo modesto que estará peleando por no descender, nosotros tenemos otra idea: queremos llevar a Melipilla por primera vez a un torneo internacional. Específicamente a la Copa Sudamericana que parece más factible".
-¿No será mucha ambición?
“No. Si otros equipos como Cobresal o Coquimbo Unido lo han conseguido, ¿por qué no pensar que Melipilla podrá lograrlo? Si lo logramos, la fiesta será de dos días en la ciudad jaja”.
-¿Y usted se ve jugando a nivel internacional de nuevo? ¿No piensa que el retiro se avecina?
“La verdad es que me siento muy bien y con fuerzas para pelear un puesto en el equipo y ayudar a conseguir los objetivos del club. Tengo claro que ya debo ir pensando en lo que haré al dejar el fútbol. De hecho, me falta un solo ramo por aprobar para recibir mi título de entrenador. Pero mientras tenga fuerza y ganas y sienta que soy un aporte al equipo, seguiré en la pelea”.
El corazón melipillano
-Usted lloró y emocionó a medio mundo cuando Melipilla eliminó a Rangers en la liguilla por el ascenso que los catapultó a la final con Unión San Felipe. ¿Qué expresaban esas lágrimas?
“Emoción, alegría, todo lo que sentí en ese momento. Para Melipilla llegar a estas instancias y luego lograr el ascenso fue algo fantástico. La gente acá es súper apasionada y nos hace sentir parte del club y de la ciudad. Yo lo siento así”.
-Pero usted es adoptado por Melipilla. Es de San Antonio. ¿Por qué cambió de ciudad?
“Es que San Antonio Unido no tenía divisiones menores cuando yo era chico. Yo jugaba en la escuela de fútbol de Colo Colo en el puerto y por datos me fui a probar a la U y a Everton. Y no quedé en ninguno así que cuando me dijeron que fuera a Melipilla, no lo dudé. Quería ser futbolista y a pesar de que en ese tiempo las inferiores del club estaban en Santiago, me probé y quedé en la Sub 16. Ahí como que me adoptó el profe Fernando Bravo quien junto a su familia me acogía en su casa. Eso me ayudó harto”.
-¿Cómo fue su debut en Primera?
“Fue de casualidad no más. Por culpa -o por bendición- de un paro de futbolistas en 2002. Fue con el profe Gustavo Huerta y tuve suerte porque jugamos con La Serena en Sausalito y ganamos. Luego, con la llegada del profe Juan Ubilla me pude afirmar como titular”.
-En 2007 usted fue nominado por Nelson Acosta y fue a la Copa América de Venezuela.
“Sí, había jugado un amistoso ante Cuba y parece que anduve bien ahí. Igual me sorprendió ser nominado a la Copa América”.
-Ahí trascendió que sus compañeros le decían “Cabbioni” para agrandarlo…
“Nooo, me decían así porque yo tengo pasaporte italiano. Lo saqué porque mi bisabuelo lo era. Y en realidad, poco lo he usado. Creo que solo en ese partido ante los cubanos porque mi pasaporte chileno lo tenía vencido”.
Un extraño destino
-Ese mismo año 2007 se fue a Colo Colo. ¿Siente que tuvo un buen paso ahí?
“Estuve en un equipazo, que era el que dirigía Claudio Borghi. Me sentí cómodo y anduve bien, pero era bien difícil ser titular. En mi puesto estaban Arturo Sanhueza, Kalule Meléndez y Moisés Villarroel. Estaba complicado jugar”.
-Usted deambuló luego por varios equipos chilenos: Everton, Santiago Morning y Cobresal, hasta que sorpresivamente se fue a jugar a Azerbaiyán. ¿Cómo diantres llegó ahí?
“Se dio esa opción con un representante y ahí llegué. Y no me fue mal. El equipo anduvo bien y creo que, como experiencia personal y familiar, fue positiva. Fui campeón de la Liga y de la Copa con Neftchi Baku PFK”.
-¿Cómo se comunicaba con el DT y sus compañeros?
“El club me puso un traductor para entender en los entrenamientos, pero en la cancha era a puras señas. Y no había problema. En el fútbol, el idioma es universal”.