James Michael Grimes es un constructor estadounidense que vivió un aterrador momento luego de embarcarse en un crucero para el Día de Acción de Gracias, donde viajó hacia Cozumel, México.
Pensando que todo iba a ser mágico y divertido, James emprendió el viaje sin pensar que se caería por la borda luego de pasar un increíble rato con su familia materna en el bar del barco.
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"Esa primera noche, después de que el barco zarpara de Nueva Orleans, me tomé unas cervezas y un vino, y luego gané una copa gratis en un concurso de guitarra de aire", contó, luego de revelar que este sería su último recuerdo antes de caerse al mar.
"Lo siguiente que recuerdo es despertarme en el agua. El barco estaba fuera de mi vista. Pensé: 'Vaya, esto es real'. Estoy aquí fuera, en el mar", continuó.
Al día siguiente, cuando su hermana no pudo encontrarlo por ningún lado, decidió denunciar la desaparición, lo que llevó a que los guardacostas iniciaran una búsqueda exhaustiva por el barco y el mar mientras Grimes se encontraba luchando por mantenerse a flote.
"Ahogarme siempre ha sido mi mayor miedo, así que me dije a mí mismo que no dejaría de nadar", reveló James, quien se encontró con "dos enjambres de medusas que me picaron bastante fuerte por todas las piernas, brazos y cuello".
Sin embargo, lo que más lo asustó fue cuando creyó haber divisado un tiburón, ya que a lo lejos vio una gran aleta que se dirigía hacia él. "Metí la cabeza bajo el agua y abrí los ojos para mirarlo. No estoy seguro de si era un tiburón, pero me golpeó la pierna y le di una patada. Nunca volvió", contó.
Cuando se puso el sol, "divisé dos barcos y me pasé horas nadando hacia ellos", dice. "Me había quemado tanto con el sol que cuando llegó la noche estaba temblando de verdad. Me dije a mí mismo que tenía que llegar a uno de esos barcos. No estaba seguro de cuánto tiempo más podría aguantar".
James logró acercarse lo suficiente a otro barco y fue ahí cuando comenzó a pedir ayuda a gritos. Al ser escuchado, un hombre ató una linterna a un salvavida para salvarlo, pero las olas lo seguían alejando del lugar.
Al final, una voz le gritó a Grimes: "Los guardacostas están a 15 minutos. Minutos después, un helicóptero me sobrevoló. Me quité los calzoncillos y los agité sobre mi cabeza, intentando asegurarme de que me veían". Tras ser rescatado en helicóptero, fue derivado al hospital, ya que pasó cerca de 18 horas en el agua.
Además, Grimes contó que para no perder la cordura "no dejaba de pensar en las ganas que tenía de ver a mi hija Annabeth, de 9 años, mientras inventaba canciones que me cantaba a mí mismo". "No era mi hora de morir. Estoy agradecido por volver a ver a mi familia", concluyó el hombre de 28 años.
Pese a que esta noticia se hizo conocida después de su caída, a fines de noviembre, Grimes continúa hablando con los medios de su experiencia y de su recuperación, asegurando que ha sido bastante compleja.