Al concluir un proceso que duró tres semanas, el Tribunal de lo Penal de Alto Saona emitió su veredicto el 21 de diciembre. Nicolás Zepeda, juzgado en apelación, fue condenado a veintiocho años de prisión por el cruel asesinato de Narumi Kurosaki en diciembre de 2016, cuando ella tenía a penas 21 años. Al conocer el veredicto después de cinco horas de deliberación, Zepeda, de 33 años, reaccionó hundiendo la cabeza entre sus brazos mientras sus padres mantenían la mirada puesta en otro sitio.
Relatos de periodistas que estuvieron presentes en la lectura de la sentencia comentaron cómo fue el ambiente durante la jornada. Nicolás Piquet, relató en X algunos aspectos que llamaron la atención, como que los padres de Zepeda no llegaron a la hora.
Además, comentó que el chileno siempre se vio muy emocionado, al borde del llanto e intentando apoyarse de su abogado. Minutos después de conocida la sentencia, Zepeda seguía cabizbajo y llorando. Por su parte, la familia Kurosaki, según indicó el mencionado periodista, se mantuvo estoica, contenido la emoción.
El proceso estuvo definido por momentos de intensa emoción, especialmente durante los instantes en que resonaron en los parlantes del salón desgarradores testimonios de la madre y las dos hermanas de Narumi, quienes expresaron el dolor que han atravesado en un duelo imposible de llevar ante la ausencia del cuerpo de la joven Kurosaki.
Zepeda fue declarado culpable y condenado previamente el 12 de abril de 2022, recibiendo veintiocho años de prisión. En la última fase del proceso, el fiscal general, Etienne Manteaux, solicitó cadena perpetua, además de la inhabilitación permanente en el territorio una vez cumplida la condena. La sentencia, a 7 años de comenzado el juicio, se mantiene, en un caso que no logra aclarar los puntos más importantes de la desaparición.
Manteaux reiteró que “todo apunta a Nicolás Zepeda en la muerte de Narumi Kurosaki”, subrayando la fuerza de los cargos contra el acusado, a pesar de que el cuerpo de la estudiante japonesa nunca fue encontrado.
Las caras de Zepeda
Con el paso de los meses y años, los chilenos fueron viendo cómo detrás del aspecto cortés del joven de buena familia, venerado por sus padres, estudiante internacional, multilingüe y creyente, existía al mismo tiempo un hombre con celos obsesivos, decidido a recuperar, a como de lugar, el control de la mujer que se había atrevido a huir de él.
Una serie de acciones y conductas fueron creando su propia sentencia: El acoso digital a su exnovia a minutos de tocar suelo francés, donde había ido a estudiar economía. Su intrusión férrea en los mensajes de Narumi para leer su correspondencia, su orden amenazante para que borrara las fotos de sus nuevos amigos varones de su muro de Facebook – “Eliminar chicos” – y esta primera advertencia que resuena en quienes han seguido el caso: “Estoy perdiendo la paciencia”.
El escalofriante video que fue expuesto el jueves 14 de diciembre en la pantalla de la sala, en el que, desde septiembre de 2016, le da un ultimátum a la joven Kurosaki: “Las normas son aplicables, para algunos, durante toda la estancia en Francia, para otros, para siempre”.