A 11 años de que salieran a la luz los casos de abuso sexual y de poder que cometió y por los cuales fue sentenciado por El Vaticano a la expulsión de su estado clerical, el exsacerdote Fernando Salvador Miguel Karadima Fariña, murió este lunes a causa de una insuficiencia cardiaca.
El religioso nacido el 6 de agosto de 1930 en la ciudad de Antofagasta, integró una familia compuesta por su padre inmigrante griego y su madre chilena, y ocho hijos. Debió trabajar como cajero en un banco tras la muerte de su progenitor y luego estudió uno o dos años de Derecho.
Desde temprano estuvo vinculado a la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, en avenida El Bosque de la comuna de Providencia, cuna de los delitos que cometió que judicialmente estaban prescritos al momento de las acusaciones en su contra.
A fines de los años 1940 participó como seminarista en la Acción Católica de Jóvenes del citado templo. De este grupo surgieron varias vocaciones sacerdotales, una de ellas fue Karadima, que ingresó al Seminario Pontificio de los Santos Ángeles Custodios, de la Arquidiócesis de Santiago, donde fue ordenado en 1958 como sacerdote diocesano.
Se quedó en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús que estaba en comodato de la denominada Pía Unión Sacerdotal (PUS), una sociedad dentro del clero diocesano y actúa de manera independiente de la diócesis que integraron algunos de los obispos cuestionados como cómplices de sus delitos contra feligreses jóvenes como Juan Carlos Cruz, Juan Andrés Murillo y James Hamilton, entre otras.
Formación de religiosos y abusos
En el año 1985 fue nombrado titular en la parroquia El Bosque, lugar en el que trabajó hasta 2006. Allí comenzó a formar sacerdotes que llegaban a ella y su carisma le permitió una buena recepción y convocatoria de feligreses a sus misas y retiros.
Algunos de los formados por Karadima ocupan cargos en la actual jerarquía de la Iglesia chilena, como Juan Barros Madrid (obispo emérito), Andrés Arteaga (obispo auxiliar de Santiago), Horacio Valenzuela Abarca (obispo emérito) y Tomislav Koljatic Maroevic (obispo de Linares).
Varios de ellos, particularmente Barros, han sido acusados por las víctimas de Karadima de encubrimiento y complicidad con los delitos que éste cometió, incluso durante la visita de Papa Francisco a Chile en 2018, participó en las ceremonias litúrgicas que encabezó el Pontífice y que como obispo de Osorno, fue funado por los habitantes de la ciudad.
Primeras denuncias contra Karadima
En 2004 algunos feligreses y exsacerdotes de la parroquia El Bosque presentaron denuncias formales contra Fernando Karadima ante la autoridad eclesiástica sobre actos relacionados con abusos, lo que generó un gran revuelo en el país por sus vínculos políticos y empresariales, pero que no prosperaron.
Más tarde en 2010, se presentó una denuncia pública que desató el escándalo y la sucesión de otras denuncias contra diversos clérigos católicos en el país. Desde Estados Unidos, el médico chileno James Hamilton, habló en Tolerancia Cero, ratificando los abusos de los que también fue objeto y que durante varios años el expárroco fue defendido por políticos, fieles de la clase más acomodada del país y la jerarquía de la iglesia católica chilena.
Culpable de los delitos
El revuelo que ello causó derivó en una investigación canónica y Karadima fue declarado culpable de los cargos, lo que generó la reapertura de su juicio criminal en Chile. En 8 de septiembre de 2013, James Hamilton se presentó nuevamente en el programa e indicó que la denuncia original debió hacerse nuevamente debido a su prescripción y que entonces fue extorsionado por altos prelados para evitar que se presentara.
El 12 de junio de 2018, la Fiscalía abrió una nueva causa en contra del sacerdote chileno por presuntos abusos sexuales, indagatoria que se inició tras la denuncia de Santiago Valenzuela, quien declaró haber sido obligado por el presbítero a. practicarle sexo oral en reiteradas ocasiones.
El 27 de septiembre de 2018 el Papa Francisco determinó su expulsión del estado clerical, es decir, la prohibición de ejercer su ministerio y el contacto con los fieles, perdiendo los derechos y obligaciones inherentes a su cargo, pero no así su condición de sacerdote.
Esa etapa la vivió en el Hogar San José de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, ubicado en la comuna de Lo Barnechea, y luego fue trasladado a la Clínica del Carmen de la comuna de Macul, donde falleció a los 90 años.